viernes, 17 de septiembre de 2010

Horacio Fiebelkorn




Pasado
Tu primer texto
Género
: poesía.
Año: 1970.
Fue una especie de canción rockera, medio de protesta. A finales de la escuela primaria, y bajo el influjo de los sonidos de esa época. No había biblioteca en mi casa, toda influencia venía de afuera.

¿Se ha puesto viejo?/¿Lo has vuelto a corregir?/¿Lo quemaste?
Nadie llegó a leerla y mucho menos a cantarla. Ni siquiera hizo falta que la queme, simplemente desapareció.
Fragmento:
Imposible citar algún fragmento.


Presente
Género:
Mi género sigue siendo la poesía, aunque a fines de los 70 y principios de los 80 me había dado por escribir cuentos. Me llegaron a publicar un par, en el suple cultural del diario El Día de La Plata, y en la revista Super Humor. Y hasta me los pagaron, cosa increíble hoy en día. Pero se impuso otro tipo de destilación en mi escritura, a partir de lecturas que fueron para mí muy reveladoras, y de comprobar que luego de cada intento de relato fallido, goteaba otra cosa. “Bueno, parece que serás poeta”, me dije.
Qué se ha modificado en tu modo de abordar un texto.
Se modificó todo, al cabo de un proceso caótico, y que lo entiendo como un aprendizaje continuo. Soy mucho menos esquemático y rígido hoy que a mis 20, y más receptivo frente a cualquier estímulo. Sigo mi instinto, no me guío por teoría alguna, y no “milito”, digamos, en ninguna corriente específica. Así y todo, sostengo algunos criterios de trabajo sobre el texto. Voy vengo mil veces, lo dejo descansar, vuelvo, y todo así. Me dejo orientar por la energía que por sí mismo empieza a generar un texto, en ese punto es el propio poema el que me va diciendo por dónde seguir.
Cuál suele ser el punto de partida.
Por lo general es una imagen, de cualquier procedencia. Puede venir del “mundo real” o del inconsciente profundo, en clave de Jung, no de Freud. O sea, puede carecer de toda lógica, pero la imagen se impone y propone caminos que hay que ir tanteando. A veces el poema baja solito, como por un batitubo. Otras, propone un trabajo de construcción verso por verso, palabra por palabra.
¿Tus lectores son fieles o te abandonan en el camino?
Mis lectores son lectores casuales, igual que yo. De golpe se cruzan conmigo, hay como un flechazo, digamos, y a partir de ahí me siguen y no me sueltan. Ojo, son un puñadito, nomás. Pero me gusta esa cosa casual. Como lector casual que soy, me hice seguidor de unos cuantos, y tampoco los solté. Hablo de poetas y de narradores, sin distinción.
Qué sabés de tu propia literatura.
Que construye un puente entre lo visible y lo invisible, entre las cosas y la segunda realidad, digamos. Tengo un diálogo continuo con el mundo de los sueños, lo que llevó a algunos, en cierto momento, a tildarme de “neo surrealista” o algo así, pese a que no practico la escritura automática o esas cosas. Creo que soy un autor más bien silvestre, con una genealogía medio rara. Lo mío no sirve para ilustrar teoría alguna. Pero me gusta que sea así. Prefiero estimular cualquier otra cosa.
Qué perdiste/Qué ganaste.
Gané amigos entrañables. Amores también, claro que sí. Y algo de sabiduría. Sólo perdí tiempo pero no lo lamento.
Tu obra en relación a la poesía actual/De qué autores te sientes cómplice.
Tengo afinidad con autores de edades muy diversas, como pueden serlo Arnaldo Calveyra, Martín Rodríguez, Juana Bignozzi, Horacio Castillo (a quien extraño una enormidad luego de su partida), Mario Arteca, Laura Wittner, Anahí Mallol, Rodolfo Edwards, Juan Desiderio, Fabián Casas, Alejandro Rubio, Sebastián Morfes y Carlos Eguía, por mencionar sólo argentinos, entre otros tantos. Y hay toda una promoción que anda por los 30 y sub 30, que está produciendo una obra intensa y valiosa. Hay que seguirlos con atención.
Fragmento:

Un pájaro pega en el palo.
En las avenidas, bajo los árboles,
en los caminos de cintura,
quieren saber qué pasa con el cruce
de un pájaro y un palo,
qué fue del pájaro después del palo,
qué quedó del vuelo, dónde
cayó lo que volaba, qué marca en el palo
dejó aquello que venía y sacudió el aire,
quién puso ahí ese palo, cómo fue,
de dónde vino lo que se estrelló.
Nadie vio nada, nunca se sabe
qué música suena
en el cuerpo de un pájaro
que pega en el palo.



Futuro
Proyectos.
Trato de ordenar mis materiales hasta tener un libro entre manos, lo que no me resulta fácil. Es todo muy caótico, porque todo el tiempo escribo cosas sueltas, y no quiero hacer libros con poemas sueltos. Ya pasé por eso y no quiero que se repita. Tengo mis tiempos, tardo mucho en definir esas cosas.
Cómo te gustaría ser reseñado.
Positivamente, por supuesto.
Quién te leerá.
No tengo la menor idea.
Qué podemos esperar de vos.
Que mis poemas sean una buena y estimulante compañía.
Cómo te gustaría que te recuerden.
No sé.
Tu última frase será:
“Nos vemos allá”.




Horacio Fiebelkorn, La Plata/1958. Vive en Buenos Aires. Fue coeditor del tabloide de poesía “La novia de Tyson” a fines de los 90.
Publicó Caballo en la catedral (1999), Zona muerta (2004), Elegías (2008) y Tolosa (2010). Condujo los programas radiales “El cazador americano” y “La hora de los magos”, por radio Universidad de La Plata.
Fue colaborador de la revista Humor Registrado en los años 80. Textos suyos aparecieron en publicaciones de Brasil, Uruguay y México.
Administró y abandonó el blog clubsilencio49.blogspot.com.
Actualmente gestiona el blog Patos trastornados (diariodellunes.blogspot.com)

Imagen Diane Arbus

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